![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivpbrpwZyxfoo9q1JtSAf7ZSYkoLyJ_9G_mKqoQ9uFR5Idn0uzVYLzyjpkBp7-IqGTekiZX_4GKQOCHoJMGtTm1VFGb6OWlL6nWsNxhQnEfljodY6Us8m6t3ai_vJfwQkiMg86TeNpeTM/s320/eeuu+eye+copia.jpg)
Antes de analizar el contenido de la televisión, destaca un hecho que se desprende de la televisión en si: la saturación televisiva ante la que nos encontramos. Además de las “viejas conocidas” (TVE1, La2, Telecinco y Antena 3) ahora también contamos con las jóvenes cadenas ‘Cuatro’ y ‘La Sexta’. Por si no teníamos poco, se añade la TDT con emisiones en digital de las cadenas ya citadas más otras tantas nuevas cadenas.
En la variedad está el gusto, así que este hecho no tendría que provocar “saturación” si no “enriquecimiento”. El problema está en que no hay variedad. La televisión ha llegado a ser previsible, repetitiva e incluso aburrida. La culpa de ello la tienen la repetición hasta la saciedad de los mismos formatos en un principio triunfadores como los reality shows o los programas del corazón. Lo que en un principio era innovador, diferente y entretenido ha acabado por aburrir, como todo de lo que se abusa en esta vida.
De aquel concurso familiar, con un presentador querido por la audiencia y cercano a la gente donde lo más importante no era la cantidad de millones que se ingresaba el ganador, si no pasárselo bien y entretener, sólo nos quedaba “El Grand Prix del verano” que emitió su última y undécima edición el verano de 2005.
Quizá la evolución al nuevo tipo de concursos que predomina hoy en día también vaya en relación a la evolución de la sociedad. Los valores han cambiado y algunos como el dinero, la fama o el físico, han alcanzado posiciones tan altas que en ciertos casos plantean incluso dudas morales.
Estas dudas florecen en dos de los concursos recientemente estrenados y que, en lo que sigue, paso a analizar: “Money, Money” (de Cuatro) es una adaptación del americano Show me the money. Un concurso con el claro objetivo de ganar dinero combinado con una docena de bailarinas que interactúan con el concursante bailando en todo momento con una muy dudosa utilidad. Con este programa, Cuatro cae en la tentación de los programas fáciles, de espectacularidad y palabrería que le ha traído numerosas críticas de los telespectadores.
Por su parte, “Cambio radical” (de Antena 3) es la versión española de Extreme makeover. Ya tras la primera semana de concurso, ha conseguido levantar numerosos debates sobre la ética y la moral, puesto que en este concurso se hace primar al físico por encima de todo, considerando a las personas feas como desgraciados o inferiores y jugando con el bisturí como si de una varita mágica se tratase.
Pero si el hecho de copiar me parece negativo, hay otro proceso que consigue mi visto bueno. Éste es el de la importación de series americanas, es decir, producción americana que simplemente es doblada a nuestra lengua. Este hecho me parece enriquecedor para nuestra televisión siempre y cuando se combine con una producción española creciente en calidad y experimentación. Es una realidad que la producción americana de series nos gana en cuanto a variedad, calidad, temática y ese “factor x” que hace que una serie enganche a millones de espectadores y la convierta en exitosa.
Por tanto vemos como las parrillas españolas se llenan en todas sus cadenas de series avaladas por su anterior éxito en EE.UU. Así en TVE1 pueden verse (o podían verse hasta hace poco) “Mujeres desesperadas”, “The O.C”, “Lost”, “Caso Abierto” o “Urgencias”. En Telecinco triunfan “C.S.I”, “Mentes criminales” y los clásicos “Embrujadas” o “Rex”. Antena 3 apuesta por “Los Simpson”, “Sin rastro” o “John Doe”. Y las dos cadenas que mayor partido sacan de este fenómeno de fidelización de la audiencia son por una parte Cuatro con títulos como “7 en el paraíso”, “Melrose Place”, “Queer as folk”, “Todo el mundo odia a Chris”, “Anatomía de Grey”, “Joey”, “Friends”, “House”, “Entre fantasmas”, “Twin Peaks” o “Médium”; y por otra parte
Claro que la vida se basa en contradicciones y mientras unos ven en éste hecho un enriquecimiento de la televisión nacional, otros dan el grito de alarma llegando a hablar de una “monotele” impuesta también por la creciente “monocultura” a la que se está llegando con el complejo fenómeno de la globalización. Y es que hay momentos en que la televisión española sólo se diferencia de la televisión americana en la lengua.
Personalmente sigo la primera línea. Puesto que la producción nacional de series me parece inferior en cuanto a calidad (las españolas son claramente más dadas al chiste fácil y a reírnos de nosotros mismos) no veo inconveniente en darnos el gusto de disfrutar de algunas obras maestras que salen del horno de América.
No hay comentarios:
Publicar un comentario