viernes, 11 de abril de 2008

Welcome to Americaland


Antes de analizar el contenido de la televisión, destaca un hecho que se desprende de la televisión en si: la saturación televisiva ante la que nos encontramos. Además de las “viejas conocidas” (TVE1, La2, Telecinco y Antena 3) ahora también contamos con las jóvenes cadenas ‘Cuatro’ y ‘La Sexta’. Por si no teníamos poco, se añade la TDT con emisiones en digital de las cadenas ya citadas más otras tantas nuevas cadenas.


En la variedad está el gusto, así que este hecho no tendría que provocar “saturación” si no “enriquecimiento”. El problema está en que no hay variedad. La televisión ha llegado a ser previsible, repetitiva e incluso aburrida. La culpa de ello la tienen la repetición hasta la saciedad de los mismos formatos en un principio triunfadores como los reality shows o los programas del corazón. Lo que en un principio era innovador, diferente y entretenido ha acabado por aburrir, como todo de lo que se abusa en esta vida.


Algunos nombres conocidos son Gran Hermano, Operación Triunfo, El Bus, La casa de tu vida, VIP, Hotel Glam, La Granja, Supervivientes, La isla de los famosos, Confianza ciega, etc. que edición tras edición han ido comprobando como bajaba la audiencia y disminuía el share. El último ejemplo es el de “unan1mous”, el programa de Antena3 en que los concursantes vivían en un búnker; que no duró más de tres semanas en parrilla, cuando se presentaba como un reality con un formato revolucionario.

Ante lo que parece el fin de los reality shows, la televisión española no tiene imaginación suficiente para salir adelante y como en muchos otros ámbitos de la vida, elije como mejor solución copiar lo que triunfa en otros países. ¿Y que país hay más triunfador -televisivamente hablando- que EE.UU.?


“Mira quién baila” está inspirado en Dancing with the stars. Con un formato más familiar y famosos hasta cierto punto queridos por los telespectadores, se pretende crear una relación de afinidad apelando a su dimensión afectiva. De hecho este programa lo consigue, lo que explica que vaya por su quinta edición y siga manteniendo su audiencia fiel. Quizá también influye la cadena, ya que TVE1 tiene una imagen de cadena seria, objetiva y oficial, no dada a la espectacularidad, sentimentalismo o morbo, como otras.

Otros formatos que triunfan en España y tienen una clara influencia de la televisión americana son los late shows. Encontramos dos en este caso: “Buenafuente” (de Antena 3) y “Noche Hache” (de Cuatro). Elementos como el monólogo de entrada, las entrevistas a un invitado desde un sofá, el repaso a las noticias de actualidad en clave de humor o el tipo de decorado, recuerdan claramente a The Daily show entremezclado con The Tonight Show with Jay Leno. Pero este hábito no es nuevo, ya que todo empezó hace doce años, en 1995, con el primer night show que tuvo boom en España. Estamos hablando de “Esta noche cruzamos el mississippi”, al que le han seguido otros como “Crónicas Marcianas”, “La sonrisa del pelícano” o “La noche con Fuentes y cía”.


Uno de los formatos que tradicionalmente siempre había funcionado en España, es el de los concursos (recuérdese “El juego de la oca”, “Un, dos, tres”, “Quién dijo miedo”, “La parodia nacional”, “El semáforo”, “Una para todos”, etc.) y que en la última década se encontraba en peligro de extinción por la ya antes comentada oleada de reality shows a la que nos hemos visto expuestos.

De aquel concurso familiar, con un presentador querido por la audiencia y cercano a la gente donde lo más importante no era la cantidad de millones que se ingresaba el ganador, si no pasárselo bien y entretener, sólo nos quedaba “El Grand Prix del verano” que emitió su última y undécima edición el verano de 2005.


Quizá la evolución al nuevo tipo de concursos que predomina hoy en día también vaya en relación a la evolución de la sociedad. Los valores han cambiado y algunos como el dinero, la fama o el físico, han alcanzado posiciones tan altas que en ciertos casos plantean incluso dudas morales.

Estas dudas florecen en dos de los concursos recientemente estrenados y que, en lo que sigue, paso a analizar: Money, Money” (de Cuatro) es una adaptación del americano Show me the money. Un concurso con el claro objetivo de ganar dinero combinado con una docena de bailarinas que interactúan con el concursante bailando en todo momento con una muy dudosa utilidad. Con este programa, Cuatro cae en la tentación de los programas fáciles, de espectacularidad y palabrería que le ha traído numerosas críticas de los telespectadores.
Por su parte, “Cambio radical” (de Antena 3) es la versión española de Extreme makeover. Ya tras la primera semana de concurso, ha conseguido levantar numerosos debates sobre la ética y la moral, puesto que en este concurso se hace primar al físico por encima de todo, considerando a las personas feas como desgraciados o inferiores y jugando con el bisturí como si de una varita mágica se tratase.

Este formato de concursos frívolos, calculadores y donde sólo prima el espectáculo, el dinero y el físico; tiene como ya hemos visto, su nacimiento en los Estados Unidos ya que la mayoría de ellos no son más que adaptaciones que títulos norteamericanos. Anteriormente ya habían pasado por nuestras pantallas otros concurso-espectáculo como “¿Quiere ser millonario?: 50x15” adaptado de Who wants to be a millonaire? (originalmente británico pero que vino a España avalado por su éxito en EEUU) o “El rival más débil” inspirado en Weakest Link. Con éste último, se empieza también la andadura por ese tipo de concursos que quieren humillar o desprestigiar al concursante públicamente. Aún así, en esta última línea aparece actualmente “Anónimos” (de La Sexta) donde personajes famosos son camuflados bajo una capa de látex y maquillaje para observar las distintas reacciones de sus conocidos (fans, productores, managers, familiares) al no reconocerlos.


Volviendo al tema del estudio, ya no sólo predomina la adaptación de programas americanos si no la creación de series nacionales que adquieren una atmósfera, una temática, una fotografía y un planteamiento que pretende “camuflarse” como americana. Ejemplos de ello son “Génesis, en la mente del asesino” de Cuatro, con una resolución de los casos y un desenlace muy propios de CSI o la recién estrenada “MIR” de Telecinco, a la cual ya todos los espectadores tachan de una burda copia de “Anatomía de Grey”.


Pero si el hecho de copiar me parece negativo, hay otro proceso que consigue mi visto bueno. Éste es el de la importación de series americanas, es decir, producción americana que simplemente es doblada a nuestra lengua. Este hecho me parece enriquecedor para nuestra televisión siempre y cuando se combine con una producción española creciente en calidad y experimentación. Es una realidad que la producción americana de series nos gana en cuanto a variedad, calidad, temática y ese “factor x” que hace que una serie enganche a millones de espectadores y la convierta en exitosa.

Por tanto vemos como las parrillas españolas se llenan en todas sus cadenas de series avaladas por su anterior éxito en EE.UU. Así en TVE1 pueden verse (o podían verse hasta hace poco) “Mujeres desesperadas”, “The O.C”, “Lost”, “Caso Abierto” o “Urgencias”. En Telecinco triunfan “C.S.I”, “Mentes criminales” y los clásicos “Embrujadas” o “Rex”. Antena 3 apuesta por “Los Simpson”, “Sin rastro” o “John Doe”. Y las dos cadenas que mayor partido sacan de este fenómeno de fidelización de la audiencia son por una parte Cuatro con títulos como “7 en el paraíso”, “Melrose Place”, “Queer as folk”, “Todo el mundo odia a Chris”, “Anatomía de Grey”, “Joey”, “Friends”, “House”, “Entre fantasmas”, “Twin Peaks” o “Médium”; y por otra parte La Sexta con “Bones”, “Los soprano”, “Bodies”, “Cómo conocí a vuestra madre”, “Me llamo Earl”, “Prison Break”, “Padre de Familia”, “Futurama”, “Navy”, “Profesores en Boston”, “The Unit”, “El mundo según Jim” o “El abogado”.


Claro que la vida se basa en contradicciones y mientras unos ven en éste hecho un enriquecimiento de la televisión nacional, otros dan el grito de alarma llegando a hablar de una “monotele” impuesta también por la creciente “monocultura” a la que se está llegando con el complejo fenómeno de la globalización. Y es que hay momentos en que la televisión española sólo se diferencia de la televisión americana en la lengua.


Personalmente sigo la primera línea. Puesto que la producción nacional de series me parece inferior en cuanto a calidad (las españolas son claramente más dadas al chiste fácil y a reírnos de nosotros mismos) no veo inconveniente en darnos el gusto de disfrutar de algunas obras maestras que salen del horno de América.

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